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Demonstration of circular biofertilisers and implementation of optimized fertiliser strategies and value chains in rural communities

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Los biofertilizantes circulares favorecen la agricultura, la economía rural y el medio ambiente

Un innovador método de procesado de biorresiduos agrícolas con insectos y microbios produce materiales para mezclas de biofertilizantes, con un rendimiento similar al de los abonos tradicionales y propiedades de mejora de la salud del suelo.

Los fertilizantes desempeñan un papel fundamental a la hora de mejorar la productividad de los cultivos y garantizar así los alimentos para una población cada vez mayor. Sin embargo, el uso generalizado de fertilizantes químicos y minerales ha provocado la contaminación del suelo, el agua y el aire. La contaminación de las aguas subterráneas y de las fuentes de agua potable y la degradación permanente del suelo amenazan la futura productividad agrícola, los ecosistemas naturales y la biodiversidad. Los procesos productivos energívoros y dependientes del uso de combustibles fósiles de los fertilizantes, así como las emisiones de óxido nitroso derivadas de su aplicación en el campo, empeoran el cambio climático. Tradicionalmente se han empleado fertilizantes más sostenibles, como el compost y el estiércol, pero su composición no está reglada, lo cual da lugar a resultados variables y, a menudo, un uso subóptimo de los residuos orgánicos disponibles. El proyecto RUSTICA(se abrirá en una nueva ventana), financiado con fondos europeos, reunió a dieciocho socios de siete países europeos y de Colombia para desarrollar biofertilizantes adaptados cultivos o prácticas agrícolas concretas dentro de un paradigma de economía circular, centrado en reducir los residuos y aumentar la reutilización, reparación y reciclaje de recursos.

Trasformar los biorresiduos de frutas y verduras en biofertilizantes

«RUSTICA se centró en cinco procesos para transformar materiales orgánicos vegetales infrautilizados, como restos de cosechas o residuos del procesado de alimentos, en componentes básicos de mezclas de biofertilizantes adaptadas a distintos cultivos y prácticas agrícolas», explica la coordinadora del proyecto, Liesbet Vranken, de la Universidad Católica de Lovaina(se abrirá en una nueva ventana). Una plataforma especializada transformó biorresiduos en ácidos carboxílicos que, a continuación, se utilizaron como componentes básicos para producir fertilizantes mediante otros dos procesos: cultivo microbiano y filtración (electodiálisis). El proceso de cultivo microbiano generó una biomasa microbiana rica en nutrientes, mientras que con la filtración se extrajeron nitrógeno, fósforo y potasio de los subproductos líquidos, obteniendo así un concentrado similar a los componentes básicos de los fertilizantes minerales. El proceso de cultivo de insectos de RUSTICA utilizaba biorresiduos agrícolas para cultivar insectos como fuente de biomasa y «frass» (residuos de insectos ricos en nutrientes). Por último, mediante pirólisis se transformaron los residuos lignocelulósicos procedentes de madera y materiales vegetales en biocarbón, con el que se mejora la salud del suelo. También se incorporó compost en algunas mezclas.

Resultados agronómicos y medioambientales prometedores

«Nuestros biofertilizantes mostraron resultados prometedores para comparables a los de los fertilizantes convencionales, con el valor añadido de mejorar la salud del suelo», comenta Erika De Keyser, investigadora científica de RUSTICA en la Universidad Católica de Lovaina. En cuanto al impacto ambiental, la mayoría de las nuevas mezclas desarrolladas en el proyecto obtuvieron mejores resultados que los fertilizantes de referencia en muchas regiones, sobre todo en Colombia. Una dosis de aplicación (cantidad por hectárea) mayor implicaba también un mayor impacto ambiental, lo que puso de manifiesto la necesidad de seguir investigando y optimizando en ciertos aspectos.

La integración regional y el aumento de escala favorecen la rentabilidad

La reducción de costes será fundamental. Si bien el precio por tonelada era menor que el de los fertilizantes de referencia, algunos biofertilizantes requerían dosis de aplicación mucho más elevadas, hasta treinta y cinco veces más. La reducción de costes e impacto ambiental se puede lograr mediante el ajuste de las composiciones de las mezclas, la integración de tecnologías existentes y la ampliación de la producción. «Las tecnologías desarrolladas se pueden integrar con otras soluciones disponibles a nivel local, por ejemplo, biocentros(se abrirá en una nueva ventana) o sistemas de tratamiento de residuos o incluso la incorporación de estiércol local, para producir una variedad de productos sostenibles con mezclas diversas. Este planteamiento más amplio e integrado podría contribuir a reducir costes y hacer que los sistemas agrícolas sean más resilientes y sostenibles a largo plazo», agrega De Keyser. «El proyecto RUSTICA podría revolucionar la producción de fertilizantes con alternativas más sostenibles y circulares a los fertilizantes minerales. «Al reutilizar los flujos de biorresiduos y cerrar los ciclos de nutrientes a nivel regional, se puede beneficiar tanto al medio ambiente como a las economías rurales», concluye Vranken. «La investigación continua debería dar frutos con nuevas mezclas innovadoras de biofertilizantes que mejoren la salud del suelo, reduzcan el impacto ambiental y aseguren una mayor eficiencia en el uso de recursos en la agricultura.

Palabras clave

RUSTICA, fertilizantes, biorresiduos, salud del suelo, agricultura, biocentros, biomasa, sistemas agrícolas, biocarbón, frass

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